Contactar Emociones

Si tratamos de contactar con las emociones de un modo equivocado, lo cierto es que nos costará más trabajo sentirlas.

Recuerdo una vez, cuando dirigía un retiro, que un joven me buscó después de una sesión de Metta Bhavana. Se veía muy preocupado y me dijo:

“¿Sabes? En la última Metta Bhavana me sentí muy molesto porque no pude definir cómo me sentía”.

Le respondí: “Pues te sentías muy molesto”.

“¡Así estaba!”, exclamó, como si acabara de ayudarle a resolver algo muy difícil.

¡Qué curioso! Me dijo cómo se había sentido y, sin embargo, él no sabía cómo se había sentido. ¡Parecía estar buscando sus emociones en el lugar equivocado!

En Gran Bretaña, de donde yo soy, tenemos unos espectáculos navideños llamados Pantomimas. Son todo un ritual (y eso es parte del entretenimiento). Uno de los rituales consiste en que el “malo” (el lobo o el Sheriff de Nottingham o quien sea) se coloca amenazadoramente detrás del héroe. Éste dice algo así como: “Me pregunto dónde estará ese lobo malo” y los niños (además de muchos adultos que se deleitan con este tipo de representaciones, aunque no lo admitan) le gritan: “¡Detrás de ti! ¡Detrás de ti!”.

Entonces, el héroe voltea a ver detrás de sí, pero con mucha lentitud y el malo, por supuesto, se mueve para seguir escondido detrás del héroe. Éste se voltea de nuevo a ver al público (mientras el malo se coloca rápidamente detrás de él, como siempre) y pregunta: “¿Dónde?” y la escena se repite durante un rato.

A veces, la búsqueda de nuestras emociones es así. Nos esforzamos tanto por descubrirlas que simplemente no las vemos. Lo que se necesita para contactar las emociones es nada más estar receptivos y abiertos. esta receptividad comienza con la atención consciente al cuerpo (para más detalles ve la sección dedicada a la postura). Si tomamos conciencia del cuerpo y nos relajamos es mucho más fácil detectar esas partes sutiles de nosotros, como son los sentimientos y las emociones.